Nunca imaginé que iba a equiparar el olor a lejía al olor de rosas. No por el olor en sí, claro, eso nunca. Sino por el miedo a la pérdida del sentido del olfato. El alivio que siento al ir a oler la lejía y constatar que la anosmia está aun lejos de mi nariz es inenarranable.
Texto e imagen: Ana&Heterónimas.©
Música: Kora Music