Poníamos nombres al Dolor. Entonces, eran dolores precisos: Manolita, Pepito, Mari Pili, nombres cercanos y cotidianos. De esos de andar por casa. Todo para lograr un día reírnos de ellos y poder guardarlos en un lugar remoto del corazón, o incluso de la mente, donde quiera que se guarden unos dolores risibles, y por lo tanto ridículos ya. Ahora los dolores se llaman de otro modo. Desconozco la razón. Lo único que sé, es que si no conoces el nombre de tu dolor jamás podrás tutearlo.
Texto e imagen: Ana&Heterónimas.©
Música: Pink Floyd - Sorrow
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