martes, 28 de febrero de 2023

Nunca palpó tinieblas


 

Ahora que aún estoy viva, envidio la elegía que alguien hizo sobre un amigo: “Siempre supo, nunca palpó tinieblas”.

Yo me paso los días palpándolas. Mi vida es un oficio de tinieblas.

Aunque nunca se sabe, quizá esta experiencia me sirva de muerta, cuando cruce el Hades.

Texto e imagen: ©Ana S.

Música: Diu Vi Salvi Regina - Annwn

https://www.youtube.com/watch?v=y1Bew7JJFJE

 

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Se llamaba Oficio de tinieblas a la ceremonia litúrgica católica, que se celebraba en los tres días previos a la Pascua  al caer la tarde. ​El oficio debía empezar de tal manera que terminara después de la puesta del sol, de allí el nombre de "tinieblas."

Este oficio trae su origen de la más remota antigüedad y tiene gran semejanza con el oficio de un funeral.​El oficio se realiza con todas las luces del templo apagadas con excepción de las quince velas encendidas en un tenebrario (un candelabro triangular especial) en el centro del templo. Las velas se apagan progresivamente conforme avanza el oficio y al final ocurre un "terremoto" o "estrépito", cuando en total oscuridad los fieles golpean sus bancas con libros, matracas o con sus manos, produciendo un gran ruido (estrépito), en conmemoración del terremoto que acompañó a la oscuridad de la Crucifixión de acuerdo con el Evangelio de Mateo