Mi hermana y yo vamos a pasear al bosque de abedules. Nos ponemos guapas para que nos miren. El abedul tiene muchos ojos en su corteza y sabe mirar como nadie. A veces nos abrazamos a ellos con concupiscencia o sin ella, depende del día. Y ellos siempre nos acarician lujuriosamente con sus ramas. Lo bueno que tienen los abedules es que no se empeñan en acompañarte a casa. Y eso nos gusta. Para nosotras, de todas las filias, la clorofilia es nuestra pasión.
Texto e imagen: ©Ana S.
Elane - My Ivory Fairy