Veo
horrorizada las imágenes del Apocalipsis en el puerto de Beirut. Dicen que la
catástrofe se suma a una profunda recesión, el caos político y la pandemia. Añaden
que todo es el trágico fruto de una situación anunciada.
Es como
si hablaran de castigos divinos. La saña de un dios encolerizado con un pequeño
país. Y quisiera estar allí para ayudarles. No sé cómo, pero ayudarles.
Pienso
en un chico libanés que conocí hace muchos años en un aeropuerto. En su risa,
cuando le preguntaba, en inglés, si conocía alguna palabra en español. En mi
risa cuando me contestaba: Sí, dos: “amigo”, “cerveza”. Y me importa su suerte.
No puedo dejar de pensar
en la generosidad de los extraños que nos regalan sus risas en una tarde de
espera, un día cualquiera, en un aeropuerto. ¡Ojalá siga vivo!.
Texto
e imagen: Ana&Heterónimas. ©
Música:
Líbano