Siempre
me ha gustado compararme con un avestruz. Esconder la cabeza ante el peligro, disimular y esperar
a que pase. Y sin embargo, resulta que el avestruz esconde la cabeza cuando se
haya en peligro para pasar desapercibido
y parecer un arbusto. No sé si reírme de la candidez del avestruz o de la de
los etólogos. Pero, por si acaso, yo voy a imitarle en su candidez. Me voy a
quedar quieta, a ver si me mimetizo con una estatua, para así poder acallar mi
mente.
Texto
e imagen: Ana&Heterónimas.©
Música: Adele. Set fire to the rain